martes, 17 de marzo de 2009

NOCHE DE CHAMPIONS






Día 09 de marzo. Las 20h30. Se acerca la hora del encuentro, y todavía no tenemos claro dónde veremos el partido. Un Barça-Olympic de Lyon en octavos de final bien merece ser visto. La perversa crisis nos ha dejado sin Canal+ en casa -ya se sabe, reestructuración del presupuesto familiar-.
Finalmente nos decidimos por acercarnos al local de la "Penya del Barça", que cae muy cerca del despacho. Un cuarto de hora antes del comienzo del match, el local ya está lleno. Hay que ver los nervios como afloran con el equipo jugando casi a la perfección. Nos acomodamos -es un decir- en un taburete de barra en un lateral de la sala. Pantalla gigante, buen ambiente, y la cosa pinta bien. Todo listo. Salta el equipo al terreno de juego, y no tarda en llegar la primera sorpresa : de forma atronadora suena por los altavoces el himno del Barça. A mí me gusta, pero se siente más emoción escuchando las notas de la Champions League.
Empieza el encuentro, el Barça arrolla y van cayendo los goles ante la desesperación del equipo galo. Resultado final : Barça 5 - Olympique de Lyon 2. Clasificados para la siguiente ronda.
A todo esto durante el partido acontecieron varias cosas que me llamaron profundamente la atención.

En primer lugar, ¿ era necesario escuchar el himno culé cada vez que el Barça conseguía un tanto? Sin esperar respuesta a la pregunta, considero que el volumen, en ningún caso, debía incumplir la ley acústica en vigor. Superado este contratiempo, martillo, yunque y estribo volvían a danzar nuevamente en el espacio auditivo a causa del ritmo, a base de percusión, que nuestro vecino de la izquierda practicaba sobre la mesa de madera, con la palma de la mano y con una fuerza y emoción fuera de lo normal. Oteando el resto de la sala me doy cuenta que la emoción embriagadora ha hecho mella en casi todo el respetable. La duda que te asalta de entrada es la periodicidad prevista para el cambio de mobiliario, que a juzgar por el ímpetu de los "músicos" no será muy larga.

En segundo lugar, jamás de los jamases, encontraré tantos entrenadores por metro cuadrado. Que si fulanito debería jugar más atrasado, que si menganito no define la jugada, que si cambia al delantero, y un sinfín de "que sis" más. Hay que ver la velocidad de vértigo que conduce a un jugador de la gloria celestial al fracaso más absoluto en un solo partido.

Y en tercer lugar, por más que lo intento, no consigo entender los aplausos, silbidos e insultos que se conceden a una pantalla de televisión. Ninguno de los protagonistas -ya sean los jugadores o el árbrito- a los que van dirigidos estos actos, puede percibir la más mínima sensación de alegría, indignación o enfado causados por éstos. En el campo todo es distinto, pero ¿en un recinto cerrado delante de una pantalla? No lo entiendo.

Yo estoy más acostumbrado a ver los partidos en casa, tranquilamente en el sofá y sin tanto ambiente de fondo, pero la maldita crisis, en ocasiones, me lo impide.
En fin, todo el mundo es libre de ver como más le apetezca este tipo de espectáculos, que para eso juegan, para que nos diviertan y nos hagan disfrutar -y no como otros años-.

Un saludo a todos los culés, y FORÇA BARÇA !!!!

Jordi Carner